El dominó es un juego de mesa con una historia que se remonta a muchos años atrás. Aunque no existe una fecha precisa para su nacimiento, hay documentos que datan su existencia hacia el año 1232 durante la dinastía Yuan en China. En aquel entonces, se le conocía como “pupai”. Más tarde, los italianos lo introdujeron en Europa a mediados del siglo XVII. El nombre actual del juego proviene de un modelo de capucha francesa que tenía los mismos colores que las fichas de dominó (negro por fuera y blanco por dentro).
Las fichas de dominó son rectangulares y están divididas en dos partes. Cada parte contiene un conjunto de puntos, similar a un dado. La cantidad de puntos varía de cero a seis en cada lado de la ficha. En total, hay veintiocho fichas en un juego estándar, aunque algunos juegos más grandes pueden tener hasta ochenta y una piezas.
Las fichas tienen nombres específicos según la cantidad de puntos que contienen:
Las fichas sin puntos se llaman “blancas”.
Las que tienen un punto se denominan “as”.
Las de dos puntos se llaman “dos”.
Las de tres puntos son “tres”.
Las de cuatro puntos se llaman “cuadra”.
Las de cinco puntos son “quina”.
Las de seis puntos se denominan “cena”.
Cuando una ficha tiene la misma cantidad de puntos en ambos lados, se llama “doble” o “carreta”. El objetivo del juego es alcanzar una puntuación previamente fijada. Los jugadores suman los puntos de las fichas perdidas por sus contrincantes, y el primero en alcanzar la cantidad de puntos establecida gana la partida. El juego culmina cuando uno de los jugadores se queda sin fichas para continuar la partida.
¡Espero que esta breve historia del dominó te haya resultado interesante! Si tienes más preguntas o necesitas más detalles, no dudes en preguntar. 😊